Desde que somos chicos nos enseñan a esconder lo que pensamos, lo que queremos preguntar, hacer, no hacer; si no queremos ir algún lado a ir, y si nos caen mal, disimularlo, que crean que nos caen bien, nada esta bien, nos enseñan a regularnos y a darle beso a desconocidos. Es “el deber ser”.
Nos vamos llenando de máscaras, a no decir lo qué pasa en casa, es mejor qué todo mundo piense que todo está bien. No debes de enseñar tus sentimientos. Y te vas sintiendo atrapada dentro de ti. Todo es una ilusión que creamos en nuestra mente a eso que llaman “realidad”.
Vamos haciendo de nosotros una idea del “yo”, la vestimos con el ego, cómo vernos, qué sabemos, te identifica el nombre que te dieron, el apellido, la familia, las cosas, la ropa, los accesorios, la carrera, los títulos, las destrezas, las habilidades, las competencias, todo lo que se pone en un currículum o mejor dicho una hoja de vida para que nos den un trabajo establecido con horario que se debe cumplir o superar y que cabe en un programa con reglas y estructuras dadas de la institución que está supeditada a la entidad que la vigila. ¡Es agotador!
Ni en mi propia familia podía hacerlo. A veces lo pude empezar a hacer en Alateen, luego con mis parejas, con amigos. Esos vínculos más cercanos y frágiles que me vulneraban sólo más cuando amenazaban con perderlos y esfumarse. Evidentemente, eran mi todo. Tenia demasías expectativas sobre de ellos. Luego por fin mis amigas, hermanas del alma, mi prima, algunas hermanas escogidas, mis mejores amigos, Misiones y el grupo donde aprendí a que estaba bien compartir emociones y sentimientos en plenaria, en pequeños grupos, tarea tan difícil para mi… Luego el viaje a la Sierra Mixe donde mucho más salió, pero poco, más amigas en la universidad, más libertades y problemas con escapes incontrolables con el alcohol que me asustaban.
Nunca me repuse de mi primer amor en serio. Lo sentía lejano, me dolía tanto, huí y traté de llenar el hueco con quien pudiese; el Huehue en verano, la Abeja en San Miguel, Don Zapatito en DF y Guanajuato, y el Huehue con quien llené tanto que se volvió hueco también. Llené con el Adrián que en realidad era y es un buen amigo. Traté de llamar efímeramente con el Angry y la muerte del Huehue me mató un poco el que se fuera y me recordó el dolor físico que se siente cuando alguien tan querido y cercano se va. Puente entre la muerte del relleno, de mi papá y todo. Me perdí en la máscara de cuál era mi verdadero amor y mi verdadero dolor. Mi prima y luego mi esposo.
Todo lo llené con Él, alguien aún más roto, que me necesitaba más, que rellenaba ese socavón, sin atender el problema de fondo. Yo no tenía idea de quién era ni de mi conexión conmigo, ni de mi espiritualidad. Lo más chistoso que hoy que la he encontrado, soy amiga de el primer amor y no siento carencia, dolor porque no esté conmigo. Agradezco su cercanía, su amistad, su claridad, su corazón noble, respeto su Matrimonio y genuinamente le deseo éxito. Me siento afortunada de seguir teniéndolo en mi vida, después de todo, más cerca que nunca aunque no esté aquí, está conmigo.
No deseo ya eso que siempre deseé tener, alguien conmigo para no estar sola, no. No necesito que nadie me complete. Agradezco a la gente que tengo cerca en mi corazón, la amo y agradezco profundamente coincidir y tenerlas en mi vida aunque estén lejos físicamente, pues las tengo en mí, por eso soy hoy quien soy y no tengo miedo a estar conmigo sola. Al contrario, es algo que busco, deseo y atesoro. El tiempo conmigo con mi ser, con mi conciencia con mi divinidad, con Dios, conectada a todo, siendo genuinamente quien soy porque quiero serlo. Soy tan feliz de ser libre de hacer lo que me mueve, de no tener que alguien apruebe lo que hago u obedecer, no tener una rutina, de tener el privilegio de habitar en mi, en la serenidad de mi ser para hacer.
¿Cómo nos podemos quitar dichas máscaras?
1. Darnos cuenta
Primero hay que reconocer cuáles son las máscaras que usamos con la gente. Mi preferida y que uso muy bien es la que más tiempo he usado que es la de “todo está bien” por eso hoy en día que platico como estoy en verdad y lloro, me desconcierta, me siento encuerada, pero después tan libertada. Es impresionante cómo cuando eres genuina tocas fibras de la gente y las cosas suceden como nunca. Así que ya lo sé, puede ser que chille y esta bien. Intento traer Kleenex siempre y listo, respiraciones profundas antes de hablar ayudan, pues así sale todo con claridad aunque hay emociones fuertes, no me nublan el pensamiento y eso me encanta, fluyo. La otra es la yo puedo con todo y soy fuerte. Hoy ya no (aunque aveces caigo en que espero que la gente se me acerque mágicamente) ya me dejo ayudar, digo cómo estoy y busco más.
2. Reconocerlas
El vivir en el hoy y el ahora y aceptar a la gente como es es mi mantra, sin embargo aún caigo en actitudes codependientes de cómo quisiera que fuera la gente y eso solo me hace daño a mi. Ellos siguen con su vida como si nada y esta bien, pero yo no debo de flagelarme por ello. Nadie es adivino.
3. Realización
Las máscaras las creamos para sobrevivir pero no son lo que realmente somos.
Ahora que también ando en el proceso de ser más consciente me juzgo o me auto castigo por no serlo. Sigo juzgándome fuerte por haber escogido y estado en una relación tan mala. Me sigue importando lo que piensa la gente de eso o de cómo explicarles. A veces la gente comprende y responde un tanto mejor de lo que yo esperaba. Mis pensamientos siempre han sido peores a lo que ellos realmente piensan. Al contrario ha sido revelador ver cuánta gente me quiere por quien soy y me ha ayudado a ir recuperando mi esencia.
4. Compromiso
Se requiere de disciplina y compromiso seguir trabajando en el cambio. La mente no es dual. El cerebro tiene tanto que hacer que para hacer todas las funciones que debemos completar, prefiere seguir con los programas, con el inconsciente. El que 96% de lo que hacemos sea inconsciente y solo 1% libre albedrío hablan del tipo de compromiso que tenemos que hacer para lograr quitarnos esas máscaras y lograr mantener el cambio que buscamos. Al menos 21 días para empezar y que el cerebro decida apoyarnos para lograrlo y que vea que estamos siendo serios al respecto.
5. Acciones
El cerebro no entiende el No ni nuestras intenciones, solo con acciones ve que estamos queriendo hacer un cambio real. Hay que salir diario de nuestra área de confort para lograrlo.
¡Vaya que me he salido de esta! Sin embargo sigue siendo una lucha diaria, dejar de procrastinar en lo que más trabajo me cuesta. Ya llevo meses de meditar diario, de hacer muchas cosas que quiero, de no sentirme mal por querer tener tiempo para mí, de ir dejando ataduras y emociones que me anclan. Aún hay muchas más por hacer, pero hoy celebro todo lo logrado hasta ahora que es mucho.
Las canciones que antes me conmovían y las películas románticas de Hollywood que añoraba ya no son lo que más deseo. Eso me habla de cuan más conforme y contenta estoy conmigo. No necesito tanto de afuera para estar bien adentro…poco a poco y un día a la vez.