Mi terapeuta me pidió hiciera el ejercicio de mencionar el nombre de mi perpetrador, nombrar el nombre del dolor provocado y el impacto positivo y negativo en mi vida…pareciera fácil, pero no lo es tanto.
El nombre lo digo en voz alta, aquí es Voldemort, el innombrable.
¿Qué dolor me causó?
El dolor que me causó fue profundo, hacia adentro, lento, sutil, desapareciendo poco a poco me fue sofocando y yo, poco a poco lo fui permitiendo. Se me fue apachurrando el corazón, lo fui evadiendo, minimizando, disociando. Se aprovechó de mi estado tan vulnerable, de mi duelo, de mi eterna soledad tan concurrida, me tomó muy desprevenida. Yo le di mi corazón, toda mi historia, mi vida, él se aprovechó, me traicionó y me hizo creer que estaba loca. Me quitó mi amor propio, agrandó todas mis inseguridades, me minimizó para él resaltar, me hizo mierda.
Tomó mi corazón y mi mente las desasoció aún más; sutilmente dejé que tomará el control, se lo di y acabó con mi luz interior, más bien yo se la cedí. El dolor fue profundo, tristeza total, peor que la de mi papá. Yo lo escogí y acepté seguir ahí. Estaba muerta en vida.
Mi metáfora perfecta sigue siendo la de la rana en la olla, que se le va subiendo el calor sutilmente, poco a poco, pasando desapercibido…y ya que quería brincar, estaba bien cocida, así que me tocó explorar otras alternativas más complicadas y un tanto complejas…
¿Qué impactos negativos tuvo?
Engordé como nunca, un daño emocional profundo a mis hijos y a mi. Ruina financiera en México, pérdida de varias amistades y relaciones… me salí completamente de mi zona de comfort.
Dejé toda lo conocido para aventarme a lo desconocido.
Tengo disparadores que me mueven emocionalmente en momentos y lugares sin poderlo controlar. Aún no manejo del todo bien mis emociones.
¿Qué impactos positivos tuvo?
Mis hijos adorados el mayor regalo de la vida, mi capacidad de ser, en las peores condiciones y aún así destacar, el reencontrarme con Dios que está aquí y en mi. Porque ahora me es claro que todos somos uno. Me reconecté con mi feminidad, con las mujeres con mi género, mis hermanas, solidarias. Ahora no podría ni pensar en no ser feminista y a mucha honra. Más bien ¿cómo no serlo?
Ahora bien, tuve que seguir viviendo una disonancia permanente pero ahora era consciente, para sobrevivir y tomar fuerzas para salir. Era como la película de «durmiendo con el enemigo» y aunque definitivamente me auto entregó el Oscar
Èl se dio cuenta que hubo un cambio en mi, pues creo que antes de ser un limítrofe, narcisista, psicópata histriónico (o algo así de las personalidades del Grupo B) era un empata, y tiene una intuición muy aguda, una intuición intrusiva, el percibía un cambio. Su ego no le dejaba ni esbozar la posibilidad de que hubiera algo mal con él y su (desorden de) personalidad así que vivía paranóico de que yo le era infiel. ¿Qué otra cosa podría ser?
Todo eso, me ha hecho aprender más, comprender más a la gente, a la humanidad, a la sociedad, a las familias y especialmente a los individuos. A ser sensible y ver con claridad los focos rojos, a ser asertiva y a poder decir que no. Alejarme de la gente nociva sin titubear, sin remordimiento o permanecer al margen, sabiendo a lo que se puede convertir la relación en cualquier momento y estar lista para alejarme, sin voltear, sin pestañear.
También hoy sigo despertando a otro nivel de consciencia, que muy probablemente no hubiera llegado sin haber pasado por esa gran crisis infernal. Hoy puedo utilizar mi identidad egocéntrica, mi lado izquierdo del cerebro para ver con claridad qué hacer, y tener una estrategia, pero sobretodo, estoy aprendiendo a sentarla y relajarla, para que el lado derecho que se encarga de la consciencia y de todo lo que siento, el ver a mi divinidad, el recordar la conexión con el cosmos, el sentir como todos somos uno, el poder transitar y sentir con la consciencia ese espacio cuántico de la 5ta dimensión y experimentar más allá de la 3ra dimensión ya no con mis 5 sentidos el Universo sino sin espacio ni tiempo…y eso, no tiene precio.
Sin está experiencia, no lo hubiera logrado. Corté además con la tendencia transgeneracional de mi familia y la estoy transformando epigenéticamente. Gracias a la valentía y el coraje que cada día elijo ejercer, mi historia, la de mis hijos y mis antepasados ha cambiado hoy, viviéndolo en el presente como un regalo que es, el pasado (como lo veo y me refiero a él) y el mañana para siempre.
Perdono, no condeno, no juzgo, cuando existe otro nivel de consciencia, no se le pueden pedir peras al olmo. Simplemente se entiende.
Vivo intensamente lo desconocido que sé y confío en que me dará puras buenas sorpresas. A seguir fluyendo que solo así se puede vivir en serio.